Día 1

Javier Morodo

Hace unas semanas, tuve la grata noticia de que iba a ser invitado al summit anual de los amigos de la maestría de mi gran amigo Pablo Sánchez. Digo que fue muy grata ya que, a través de Pablo, he podido conocer la muy cercana amistad que tiene con este grupo de personas. 

Todos ellos se conocen porque compartieron la experiencia de estudiar la maestría en Babson College, en Boston, Massachusetts, una de las mejores escuelas de emprendimiento en Estados Unidos. Estuvieron allá entre 2014 y 2016. 

Dentro de los más de 500 alumnos que tenía entonces Babson, había una comunidad latina importante. En ella, destacan estos 8 titanes con quienes tuve el privilegio de compartir un gran fin de semana, gracias a la invitación de Pablo. Además de Pablo ellos son: Patricio Toussaint, Javier Madero, Carlos Sainz, Juan Pablo Zuluaga, David Noel Ramírez, Luis Trillo e Ignacio Labarthe.

Dicha invitación se dio gracias al cariño e ímpetu que tiene Pablo por mí. Pero también ocurrió gracias al camino de desarrollo personal y espiritual que he tenido durante este año, y que describo en este post. 

Fui el invitado de honor. De manera consciente o inconsciente, el grupo creó la intención de tener un fin de semana de mucha introspección, espiritualidad y desarrollo humano. Fueron días repletos de grandes anécdotas, conversaciones y vivencias con mucha profundidad, pasando de pláticas sobre fútbol y pasión, hasta el estatus quo de las naciones-estado. De historias de fiesta y risas, hasta conversaciones sobre el sentido de la vida y una que otra lágrima de conmoción. 

Nada de esto me sorprende. Bien dicen que eres el resultado de las cinco personas más cercanas que tienes, así que, conociendo a Pablo y entendiendo la relación tan próxima que tiene con este grupo de personas, puedo comprender la amplitud y profundidad de los momentos que se manifestaron durante esos días. 

Como invitado de honor, se esperaba mucho de mí. Se me observaba como un “maestro”; alguien quien, además de compartirles grandes momentos, venía a enseñarles su sabiduría. Incluso escuché en varias ocasiones aquel dicho famoso: “Cuando el alumno está listo, los maestros aparecen”. 

Durante ese fin de semana tuve la oportunidad de compartir mis experiencias, pero sobre todo de observar y escuchar las de ellos: los retos profesionales que tienen en sus respectivos trabajos, las estrategias que han implementado para sobrellevarlos y los aprendizajes que han tenido. Entre ellos, el comprender que detrás de cualquier profesionista hay una persona, y que si no resolvemos los retos que tienen como individuos y le damos prioridad a esa versión de sí mismos, va a ser imposible que resuelvan sus problemas en el ámbito profesional. Antes que nada, somos seres humanos, y esa humanidad es la base de todo lo que creamos. 

Hubieron grandes enseñanzas: la importancia del show up, de tomar acción, de tener actos de valentía, de enfrentar tus miedos, de reconocer tus vulnerabilidades, de analizar los riesgos, del “trabajo de campo” y de la belleza y milagro que significa estar vivos. 

Más allá de esos conceptos, lo que más me llamó la atención fue la mentalidad colectiva de crecimiento que tienen; su ímpetu de avanzar, de crecer y de fortalecerse en comunidad, en amistad, en hermandad. El growth mindset es un súper poder, y aplicado en conjunto con tus amistades, se convierte en un hábito que con el tiempo marcará una gran diferencia. 

Bien dicen que si quieres llegar rápido, ve solo, pero si quieres llegar lejos, ve acompañado. De eso trata la relación de Pablo y este grupo de amigos; de fortalecerse, de ser mejores profesionistas, mejores personas. De ser soporte, apoyarse, mejorarse, criticarse, ser honestos consigo mismos y saber rendirse cuentas entre ellos. Esa es la verdadera amistad que se genera a través del amor genuino y desinteresado que brinda la dicha de gozar la vida con tus seres queridos.

Llegué con el estatus de maestro, solo para darme cuenta que en verdad yo era el alumno. Es cierto, cuando el alumno está listo, los maestros aparecen –y ellos fueron los míos. Esa fue mi mayor reflexión…

Conforme más aprendo y más avanza mi vida, más me doy cuenta que no sé nada. Eso me encanta, ya que verdaderamente me llena el seguir aprendiendo de manera continua. Siempre que empiezo a creer que ya domino algo, la vida me da una gran lección y me recuerda que, siempre, SIEMPRE, es el día uno; que la mayor virtud es el aprendizaje constante. Soy un eterno aprendiz. La vida es maestra.

Gracias Pablei, gracias Tri, gracias Parce, gracias Pato, gracias Calo, gracias Nachete, gracias Jayson, gracias Dave; gracias, queridos maestros babsonianos. 

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